miércoles, 4 de febrero de 2015

Igor's Polovtsian Dances


Mientras todos dormían, mis manos bailaban. Mis ojos contemplaban los símbolos que viven entre las cinco líneas, tratando de descifrar el mensaje que ocultaban. Mis dedos golpeaban las teclas suaves, mi oído escuchaba y mi alma comprendía. Esa música me hace ver... ¿un rey abúlico sintiendo la belleza que reside en la muerte de su pueblo? Fascinado quizá por su propia muerte... Una muerte hermosa, pero ni mucho menos deseada. Un final que ha sido temido y esquivado a lo largo de una vida entera, pero que ahora... es dulce en su amargura, un amante con veneno por saliva. 

Cling, glon... tiroriroró...

Es fascinante como puede esconderse tanto en tan poco, pienso. Pero mi reflexión se ve interrumpida, pues de improviso una luz se enciende a mi derecha, en la calle, en el porche. Retiro los auriculares de mis oídos y me levanto sin cerrar la tapa del piano. Me dirijo a la ventana y, justo antes de asomarme siento un escalofrío de ese místico pavor que solo la noche y la soledad pueden crear. Miro a través de la ventana, temeroso de lo que pueda ver, pero no hay nada. Me acerco a la puerta, y la abro de un rápido tirón. Pero lo único que encuentro es frío en el aire, y los dos sillones de mimbre de siempre, en los que nadie se sienta; la mesa donde nunca se apoya nada y el armario donde se guarda el vacío. La puerta de cristal está entreabierta, y entra por ella una suave brisa helada. La cruzo y bajo las escaleras. Nada fuera de lo común. Miro a ambos lados de la calle, y me sorprendo por la cantidad de baho que se forma con cada exhalación. Realmente hace frío, y es muy agradable. Penetra por la garganta hacia los pulmones, por la piel hacia los huesos, extrae el calor del hogar y te deja solo con el que realmente te pertenece. Duele... me hace sentir vivo.

Miro hacia el cielo para ver como se eleva el vapor de mi aliento, y el brillo de la Luna casi llena me ilumina la cara... vieja compañera, estás tan hermosa como siempre. Una fina capa de nubes movida a toda velocidad por el fuerte viento hace parecer que es la Luna la que se mueve tan rápido, para que podamos mantener el contacto visual. Más allá de su halo de luz blanca, algunas estrellas brillantes adornan el cielo. La soledad y el frío de la noche se sienten hogar en su luz. Inspiro profundamente, y espiro. Mientras el calor de mi aliento se pierde en la noche, solo pienso en alguien con quien puedo sentirme solo. Solo pienso en escribirle esto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario