Qué tonto se siente uno cuando coge carrerilla para saltar hacia un muro, creyendo sortear así un obstáculo en el camino. Cuanta sorpresa y dolor al sentir los huesos rotos crujir contra la dura piedra, el sonido que menos esperaba, el que debí haber previsto desde el principio. ¿Qué estúpido seguiría tirándose una y otra vez contra la misma pared, esperando siempre que haya desaparecido? Menuda idiotez. Menudo idiota.
No hay comentarios:
Publicar un comentario