miércoles, 22 de febrero de 2012

Cuento

Los hombres pasaban todo el día trabajando en su fábrica de mesas. Cuando se cansaron de su duro trabajo intentaron que los perros, los que según decían eran sus mejores amigos, les hicieran el trabajo. Pero estos no fueron capaces de aprender cómo se usaban las herramientas. Los hombres, desesperados, decidieron automatizar la fábrica. Sustituyeron a cada uno de ellos por un robot, que sabía hacer lo que ese hombre hacía. Unos cortaban los tablones, algunos fundían acero para hacer las patas, otros montaban las mesas y unos pocos supervisaban al resto. A mitad de la jornada, iban todos juntos a almorzar. Después volvían a la fábrica, mientras los hombres hacían el vago y engordaban.

Las máquinas se hartaron. Ya sólo querían desconectarse y descansar, para lo que tenían que encontrar su llave. El que tenía el procesador más potente ideó un plan, y todos juntos lo llevaron a cabo. Unos cortaron  a los hombres como si fueran tablones, algunos les quemaron como haciendo patas de mesa, otros pegaron a los humanos quemados y cortados y unos pocos supervisaron al resto. A mitad de la jornada fueron todos juntos a almorzar. Siguieron trabajando hasta que no quedo ningún hombre, cogieron sus llaves de los cadáveres y se desconectaron.

Los perros se encogieron de hombros y se pusieron a hacer mesas.

2 comentarios:

  1. ¿Almuerzan los androides con pinchos de tortilla electricos? :D

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    1. ¡Y un montón de cosas más! Anguilas eléctricas, pilas y baterías varias, vinacho ionizado... Alguno hasta se comió a su compañero de al lado... Eso sí, ¡tuvo que hacer el trabajo de los dos!

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