jueves, 12 de enero de 2012

Cita

"Él se cubrió la cara con las manos y sacudió la cabeza adelante y atrás. Era un niño llorando por su padre, por el final de todo, como ella había llorado. Novinha le quitó las botas, los pantalones, la camisa. Él respiraba profúndamente para detener sus gemidos y levantó las manos para que ella pudiera quitarle la camiseta.
Ella dejó las ropas sobre la silla y luego se incinó sobre él y le cubrió con la sábana. Pero él la cogió por la muñeca y la miró suplicante con lágrimas en los ojos.
-No me dejes aquí solo -susurró. Su voz estaba llena de desesperación-. Quédate conmigo.
Así que ella le dejo que la tendiera a su lado en la cama, y la abrazó fuertemente hasta que se quedó dormido unos minutos después y relajó sus brazos. Ella, sin embargo, no durmió. Su mano se deslizó suavemente por la piel de sus hombros, su pecho, su cintura.
-Oh, Libo, pensé que te había perdido cuando te llevaron. Pensé que te había perdido como a Pipo.
Él no oyó su susurro.
-Pero siempre volverás a mí, cómo ahora.
Debería haber sido arrojada del jardín por su pecado de ignorancia, como Eva. Pero, también como Eva, podría soportarlo, porque aún tenía a Libo, su Adão.
¿Lo tenía? ¿Lo tenía? Su mano tembló sobre su piel desnuda. Nunca podría tenerlo. El matrimonio era la única manera en que ella y Libo podrían permanecer juntos mucho tiempo. Las leyes eran estrictas en todos los mundos coloniales, y absolutamente rígidas bajo Licencia Católica. Esta noche podría creer que él se casaría con ella cuando llegara el momento. Pero Libo era la única persona con la que nunca podría casarse. Porque entonces él tendría acceso, automáticamente, a cualquiera de sus ficheros y podría convencer al ordenador de que tenía necesidad de verlos... lo que incluiría ciertamente todos sus archivos de trabajo, no importaba lo profúndamente que los protegiera. El Código Estelar lo decía muy claro. Los casados eran virtualmente la misma persona a los ojos de la ley.
Ella nunca podría dejarle estudiar esos ficheros, o descubriría lo que sabía su padre, y sería su cuerpo el que encontrarían en la colina. Sería su agonía bajo la tortura de los cerdis lo que tendría que imaginar todas las noches de su vida. (...) Casarse con él sería asesinarlo.
<<Qué lista soy, he encontrado un camino hacia el infierno del que no hay forma de salir>>
Apretó la cara contra el hombro de Libo y sus lágrimas corrieron sobre su pecho."

Orson Scott Card, "La Voz de los Muertos".

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