sábado, 14 de enero de 2012

Felicidad e injusticias

Esto es muy extraño...No sé si será cosa del sueño, pero además de estar un poco deprimido y echándola de menos, me siento muy feliz. Hoy ha sido un día precioso, desde que me he levantado sabiendo a donde iría.
He metido un cuaderno como relleno en la mochila, me he bajado del coche en la puerta del instituto y me he escabullido entre compañeros y profesores para conseguir alejarme lo más posible. Creo que no me había sentido tan vivo ninguna mañana. Saqué el iPod, me puse los cascos y empecé a escuchar Judas Priest. Misteriosamente las canciones aleatorias encajaban perféctamente con la situación. Iba sorteando ciudadanos descerebrados cómo si fueran otro elemento más del paisaje inerte.
El frío y la humedad calaban en mi cuerpo, pero estaba demasiado inspirado como para que eso me importase. Hacía una mañana de niebla preciosa, y además iba a verla.
Estaba conjelado cuando llegué, pero aún quedaba tiempo por pasar, así que recorrí calles arriba y abajo para intentar mantener el calor. Después, una voz somnolienta y confundida me recibió, y la puerta se abrió. En el ascensor subí el volumen de la música. Por un momento temí que fuera a atascarse ahí, en ese mismo momento. Pero hubo suerte: creo que el destino no puede ser tan perro al fin y al cabo. Nos hará daño, pero no jode por joder.
Entré en la casa. Desde el aroma hasta la tenue luz iban acunándome hacia esa habitación. Me quité los cascos antes de entrar a esa oscuridad que dejaba actuar al resto de los sentidos. Un beso... fallido, en la cabeza. El segundo fue mejor. Y creo que lo que viene después no es cosa vuestra, pero se podría resumir en amor, juego y chocolate. Luz y pasión. Ternura y mucha, mucha felicidad. Es lo que pasa cuando se está donde se tiene que estar. Seis horas. Cada vez que recuerdo algún momento de esta mañana me parecen más bellas. Y pensar que la mayoría de los mortales dejarán esta vida sin haber conocido lo que son la felicidad y el amor...
Ni siquiera yo, que creía en esto, pude acercarme con la imaginación a lo bien que se está sobre su pecho, sientiendo el calor en todo mi cuerpo y escuchando los latidos de su corazón. Mucho más bello que la Luna y las estrellas, mucho más bello que la música. Y nunca pensé que tendría algo más hermoso que eso. Pero parece que hay alguien empeñado en que algunos no disfruten de lo que tienen. A muchos les han quitado la humanidad. A todos nos han quitado el cielo negro y las estrellas. La naturaleza y los bosques... y ahora la ley me obliga a despedirme cada noche. Y eso es lo más doloroso de todo. Aunque claro, en unos años -muy poco tiempo para mi concepción actual-, este problema habrá terminado, y el fruto de nuestro trabajo ahora se pondrá a prueba. Así que ahora no tengo más que pensar en ello para motivarme, y luchar como nunca lo he hecho. Por nosotros.

2 comentarios:

  1. No hace falta que el cielo sea negro ahora. Yo veo más estrellas en tus ojos, mi sol.
    Y además de chocolate, hubo almendras ;)

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