domingo, 22 de enero de 2012

La Verdad

Cuando estaba pasando del sueño a la realidad la sentí en mi cama. Con esos pelos indomables y una somnolienta sonrisilla de satisfacción en los ojos, sus manos sobre mi pecho eran el sol de la mañana.
Unos segundos más tarde me di cuenta de que ella no estaba en mi cama, pero eso no hizo que me desilusionara. Sé que estaba ahí, conmigo, llenándolo todo. Puede que no pudiera sentirla físicamente, pero sin duda mi visión era acertada.

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