martes, 3 de abril de 2012

Seguir en la muerte

El canto de algunos pájaros se filtra entre la oscuridad de la muerte. Son cortos, rápidos, terríblemente agudos: desesperados. No pueden hacer nada para disipar esta maldita niebla. Trato de abrir los ojos, sólo un poco, para intentar orientarme en este tranquilo caos... pero donde debería ver el paisaje a mi alrededor sólo hay negrura y absurdas formas multicolor, formadas sin duda por la debilidad de mi vista. Intento hacer lo que hace quien vive, me preparo para volver a descubrir La Llama entre mis dedos. Veo la chispa, la atrapo... pero sólo se forman fuegos fatuos cuyo frío quema más que la más real de las llamas. Pierdo mi tiempo, pero no quiero volver a rendirme a la muerte. La noche es ahora demasiado fría, sin compañía. ¿Cuándo tendré algo de Luz? ¿Cuándo vendrá mi Luna? Necesito sentir al menos su tierno abrazo, saber que aunque yo sea negro y frío como la obsidiana, ella al menos tiene vida, refleja algo de Luz. ¿De dónde vendrá? Está claro que de mí no, me he apagado. Quizá ya tenga la suya propia. Qué absurdo. ¿Qué ha sido de esa estrella que poseía energía para vencer al plano físico, esa que nunca se doblegaba ante nada, que siempre tenía Luz para sí misma? Quizá algún día me entere y vaya a por quién ha robado mi Esencia, a suplicar por que me la devuelva. Ojalá ese día se encuentre benévolo, yo no tengo energías para luchar por nada, y aunque las tuviera puede que nunca llegara a conseguir lo que deseo. Sí, sé que esto no es propio de mí, pero algo me ha hecho ver que el Universo tiene más fuerza. He visto que puede quitarnos cosas demasiado importantes, algo que sabemos que nunca podremos siquiera imaginar, y mucho menos descubrir. Puede negarnos deseos que estaban tan dentro de nosotros que ni siquiera sabíamos que existían. En fin, no sé por qué te estoy contando esto. Supongo que lo necesitaba, simplemente. Es interesante observar cómo fluyen las palabras cuando se habla de uno mismo, cuando sentimos lo que se dice... y lo imposible que resulta escribir una historia ajena. Aprenderás, dice. A veces no puedo creerlo. No puedo aprender a hacer algo que ni siquiera soy capaz de practicar. No puedo crear si no puedo alejarme ni dos palmos de lo que ya existe. Si miro por la ventana los pájaros han callado, la lluvia cae. Es como si todo estuviera de acuerdo conmigo, como si me diera la razón. Parece que no hay nada que hacer más que tirarse en la cama y esperar. Pero no puedo. Por mucho que me duela, dejaré de intentar escribir esas historias sin haber conseguido absolutamente nada. No trataré de meditar, ni me pondré a tocar la guitarra o la armónica. Tengo que complacer al sistema para que me permita cumplir uno de mis sueños, el más importante al fin y al cabo, el único que ahora parece realizable. Voy a seguir preparándome para la esclavitud. Ya te diré que tal me ha ido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario